DESCUBRIENDOSE A SI MISMO
(Conferencia Pública durante la Convención, Adyar 30 de diciembre de 2005)
Radha Burnier

Entre las muchas ilusiones que afligen a los seres humanos, y una que puede tener mas serias consecuencias que las otras, está la idea de que yo me conozco a mi mismo. Millones de seres humanos creen que se conocen a si mismos. ¿Pero qué es lo que conocemos realmente?
            Aunque algunos de nosotros reconocemos la importancia de adquirir el conocimiento de uno mismo, aún nos relacionamos con todo en la vida diaria como si ya nos conociéramos a nosotros mismos. Entonces consideremos cuidadosamente que es lo que sabemos de nosotros. Quizás cada uno sabe parcialmente su historia: donde nació, quienes son sus padres, donde fué a la escuela, que logró en la vida, quienes son sus amigos o quienes lo admiran. Podemos agregar detalles halagadores a esta lista de datos de nuestra vida. Pensamos que nos conocemos porque tenemos alguna información Las personas aún declaran orgullosamente: “Se quien soy” y “se que soy”. Cuando una persona tiene éxito en la vida, la idea de que se conoce a si mismo se torna mas fuerte.
            Al igual que los bebés o los niños, no nos conocemos para nada. Mi hermano menor cuando era niño y aprendía a hablar, siempre se nombraba a sí mismo como pãpã, que significa “bebé” en nuestro idioma, y se consideraba un bebé entre muchos bebés, que también se llamaban pãpã. Pero después, de alguna manera, adquirimos auto-identidad.
            Aparte de los conceptos acerca de nuestra carrera o habilidades, ¿qué es lo que realmente conocemos, mirándolo desde el punto de vista del sentido común? Mucho del sentimiento de que nos conocemos se basa en la familiaridad con nuestro cuerpo físico, quizás después de mirarnos muchas veces en el espejo (decimos): soy alto, bajo, me estoy quedando calvo, o tengo mucho cabello.
            Por lo tanto el cuerpo, sus necesidades, deseos y demandas, todos juegan una gran parte en la vida de la mayoría de los seres humanos. Pero a pesar de lo que pensamos que sabemos acerca de su apariencia, esto puede no coincidir con el pensamiento que los demás tienen de él. Alguien puede creer: “Soy buen mozo”, mientras que otras personas piensen de forma diferente. Una señora que vino a Adyar desde Vietnam hace unos años comentó: “La gente aquí es fea, tienen narices grandes” Algunas personas pueden sentirse orgullosas de su naríz aguileña, pero ella pensó que una naríz respingada era mucho mas atractiva! Entonces nuestras ideas acerca de las apariencias pueden ser erroneas.
            En efecto, apenas si conocemos algo acerca de nuestro cuerpo,¿qué sabemos de la maravillosa coordinación de todos sus miembros y órganos? No es porque nosotros querramos que así sea, ¡ellos lo hacen por sí mismos! ¿Qué le da vitalidad al cuerpo? ¿Cómo penetra esa vitalidad en el cuerpo y evita su desintegración? No tenemos idea. Pocas personas poseen conocimiento librezco, pero en efecto son ignorantes sobre que es lo que hace que el cuerpo funcione como un reloj. ¿Cómo se mantiene saludable? Aún los médicos no saben mucho realmente; pueden fallar al prescribir el remedio correcto, o fallar en realizar una cirugía adecuadamente. Saben como trabaja la maquinaria interna -pero no totalmente.
            Examinemos los otros factores que nos hacen creer que nos conocemos a nosotros mismos, por ejemplo, las emociones. El regalo precioso de la auto-autoconciencia nos permite ver nuestras experiencias y decir: “He sufrido” o “Me estoy divirtiendo”, etc. Los placeres, penas y luchas de nuestra naturaleza emocional son así conocidas, pero de una manera muy especial. Si aprendiéramos a ser mas reflexivos, nos daríamos cuenta que hay muchas contradicciones en esas emociones: algunas veces temor, sentimiento de comodidad, algunas veces de esperanza y luego de frustración o desilusión. Como dice el Bhagavadgitã, estamos lanzados entre los pares de opuestos emocionales sobre los que no tenemos casi control. Pero generalmente no nos damos cuenta de las contradicciones, inconsistencias e irracionalidades de nuestras respuestas emocionales. Menos sabemos aún  acerca de nuestros sentimientos reprimidos y motivaciones ocultas, por lo cual las profesiones de psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras son rentables!
            Madame Montessori declaró que un niño se convertirá en un ciudadano pacífico o en un individuo agresivo de acuerdo a cómo haya sido tratado en los primeros años en su hogar y en la escuela. Probablemente tenía razón. Hay también tendencias que vienen con nosotros desde muchas vidas, por ejemplo, el temor. Muy pocas personas están absolutamente libres del miedo, porque éste ha sido erigido en nuestro cerebro para permitir la supervivencia, encarnación tras encarnación. Cualquiera que experimente miedo y desconfianza irracional, puede estar casi seguro que son herencia del pasado. Algunos individuos desde la niñez poseen una naturaleza feliz, otros son desconfiados y aún otros son audaces o tímidos. No sabemos casi nada de estas tendencias heredadas, por lo tanto tenemos dificultad en arreglárnosla con ellas y así prevalece en el mundo mucha confusión y perplejidad.
            Entonces debemos observar (echarle una mirada a) la mente, la que imaginamos conocer. Es muy difícil descubrir la verdad acerca de nuestra naturaleza mental. Hemos llegado hasta esta etapa de la evolución en la cual el cerebro es muy inteligente y por lo tanto nos identificamos casi totalmente con los procesos del cerebro; queremos que nuestros hijos sean intelectualmente capaces, que asciendan en escala de éxitos sociales o que sean eminencias en algún campo. Imaginar que somos el principio pensante es realmente como tener al ladrón de policía. En La Voz del Silencio, un clásico Teosófico, se denomina a este principio pensante  “el productor del pensamiento”, el que “despierta la ilusión” y mata lo real. Pero desafortunadamente la autoconciencia no se ha expandido en nosotros hasta un grado tal, que nos demos cuenta que una gran cantidad de imágenes, ideas y teorías proyectadas por la mente están creando ilusiones.
            Consideremos el hecho que lo que cada persona proyecta como “si mismo” no  coincide completamente con lo que las otras personas ven. Es fácil ver las faltas y defectos de los demás, pero raramente vemos que sucede con nosotros. Por lo tanto reflexionar sobre estas cuestiones debería estimular la duda en nuestras mentes. ¿Realmente se quien soy? Porque no se mucho acerca de mi cuerpo, ni de mi naturaleza emocional subconsciente, ni de cómo mi naturaleza mental produce ilusiones y destruye lo real. Sabemos tan poco que deberíamos preguntarnos y descubrir más acerca de nosotros mismos en vez de decir “Se quien o que soy”, recordando que aunque no lo digamos abiertamente, actuamos como si lo supiéramos.
            Entre los muchos maestros espirituales que hablaron acerca de la necesidad del autoconocimiento, Madame Blavatsky fue quien escribió: “el conocimiento de uno mismo es la sabiduría misma”. Sri Ramana Maharshi aconseja constantemente a las personas a preguntarse: “¿Quién soy?” Krishnamurti habló mucho sobre el yo y sus actividades. Entonces ¿por qué no empezar descubriendo la verdad acerca del yo en vez de llevar la pesada carga de la auto-imagen todo el tiempo? Por supuesto que uno puede responder: “¿Por qué debería descubrirme a mi mismo? Lo que se de mi mismo me permite funcionar bien en la vida práctica. En efecto, he tenido bastante éxito en mi vida. ¿Qué más necesito? Pero el mundo nos muestra la falsedad de esta situación. El mundo es un espejo que refleja la violencia en nosotros, la corrupción, el engaño y la crueldad de la mayoría de los seres humanos. Por lo tanto es muy importante aprender más acerca de nosotros.
            Si tenemos un concepto errado de nosotros también nos hacemos daño. Si pienso que soy muy importante, tarde o temprano sufriré porque alguien haga o diga algo que contradiga mi importancia. Si alguien dijera “Estás loco” nos enojaríamos. En lugar de eso observémonos y examinemos si la crítica es incorrecta o parcialmente correcta o lo que sea, así nuestra ecuanimidad está preservada y no ponemos nuestra felicidad a merced de un agente externo. Si nos molestamos, causamos miseria a nuestro entorno, a nuestros amigos, a nuestras familias y al mundo en general.
            En el presente, las personas quieren comer carne de animales salvajes, aún más, de especies en extinción, debido a un apetito por la satisfacción sensorial. El ansia de novedades y la excitación de los sentidos es responsable de la construcción de nuestra sociedad consumista. Cuando uno piensa en si mismo como un cuerpo y se identifica con sus deseos se vuelve responsable de mucho daño, del incremento de la competencia, de los conflictos, etc. El incremento del consumismo está destruyendo nuestra bella tierra y su inmensa variedad, contaminando los elementos. Por lo tanto reflexionemos y démonos cuenta que si no nos comprendemos a nosotros mismos, nos haremos daño y causaremos mucha miseria en el mundo. Por otro lado, si hay paz en nuestros corazones, habrá paz en el mundo. Las meditaciones por la paz y las conferencias sobre la paz tienen poco efecto cuando no hay comprensión sobre como traer paz al corazón. Entonces debemos comenzar la tarea de comprendernos para crear un mundo mejor porque, como ya dijimos, el mundo es un espejo de nosotros.
            A los Pies del Maestro dice que el cuerpo físico quiere muchas cosas: quiere descansar cuando hay trabajo para hacer, cuando se necesita ayudar a alguien. Puede ser perezoso e inclinado no esforzarse. Por lo tanto dirá “Dejemos que otro lo haga”. El cuerpo físico tiene sus propios deseos porque cada célula en ese cuerpo es una criatura viviente, desarrollándose a su manera, en su propio nivel. Todas las células del cuerpo en conjunto tienen su propia conciencia. En Teosofía se la denomina técnicamente el “elemental físico”.
            Quienes han leído acerca de la vida de Krishnamurti han escuchado lo que se denominó “el proceso” –como, cuando él dejaba el cuerpo para hacer otro trabajo, el cuerpo decía: “No me dejes”. Gritaba: “Regresa”, y luego se corregía diciendo: “No debo pedirle que regrese, me dijeron que no lo haga”. Deberíamos ser conscientes que el cuerpo se comporta así, de otro modo seremos su esclavo. Esto es verdad también para nuestra naturaleza emocional y mental; tienen sus modos particulares de funcionar y si no estamos atentos nos engañan. A la naturaleza emocional le gustan las vibraciones violentas. Le gusta sentirse miserable, dañar, excitarse, sentirse sacudida. No le molesta necesariamente si la experiencia es penosa o placentera, porque le gustan las vibraciones fuertes.
            A los Pies del Maestro también nos dice que al cuerpo mental le gusta estar orgullosamente separado. Por lo tanto compara y juzga para convencerse que es superior a todo los demás. Pero con frecuencia no somos conscientes de estos hechos. Por lo tanto analizamos, criticamos e inventamos maneras de medir a las personas y las cosas. De allí la importancia de la enseñanza de: “No juzgar”. La diferenciación es parte del modo de funcionar de la mente y tiene sus usos. Estaríamos perdidos en el mundo físico si perdiéramos el poder de darnos cuenta de las diferencias y de reconocer las cosas. Pero mientras hacemos eso, estamos construyendo continuamente, ladrillo a ladrillo, el sentimiento de Yoidad.
            El descubrimiento de uno mismo no significa memorizar lo que han dicho los psicólogos o los maestros espirituales. Ninguna palabra dicha por otra persona puede ayudarnos a descubrir lo que es el ser o lo que no es. Debemos encontrarlo nosotros mismos y solamente así comenzamos a vivir la vida de modo diferente. La auto-consciencia en los seres humanos aún es muy rudimentaria, esto es porque no estamos capacitados para saber que hay en nuestro subconsciente –los sentimientos reprimidos y los motivos ocultos.
            Muchos de nosotros estamos satisfechos con una vida mecánica. Antes de la etapa humana la acción es programada por la Naturaleza y todas las criaturas hacen lo que es bueno para ellas, guiadas por la sabiduría de la Naturaleza. La clase de alimento que buscan, los hábitos con los que nacen, etc. son “instintivos”. En las regiones  árticas, cuando la mamá pingüino sale a buscar alimento, el pingüino mantiene el huevo calentito debajo de su cuerpo y lo va rotando, de otra manera el huevo se congelaría enseguida. ¿Cómo sabe él lo que tiene que hacer? La Naturaleza se lo enseñó. Pero si los seres humanos actuaran como criaturas programadas estarían renunciando al poder humano de la discriminación. Cesaremos de observar y distinguir entre lo real y lo irreal, entre lo bueno y lo malo, entre lo útil y lo destructivo. Sabemos muy poco acerca de todo esto, de cuán destructivos somos a nuestro pequeño modo. Cuando hablamos de forma desagradable o permanecemos indiferentes ante el dolor de los demás, pecamos.
            Pero existe un peligro serio en aprender la auto-observación. Puede convertirse en una nueva forma de auto-centrismo. Es esencial observar y estar libres de nuestras penas, enojos, codicia, etc. Pero la tarea de la auto-consciencia debe ser desarrollada sin auto-motivación.
            Es interesante darnos cuenta que cuando concluimos que somos superiores a los demás, ese mismo factor nos hace iguales a todos los demás. Todos los que ponen la yoidad en acción están en el mismo barco, en la misma corriente de vida auto-centrada, auto-preocupada. Es necesario vigilar para asegurarse que la auto-observación no se convierta en una nueva forma de auto-preocupación. De allí que los Upanishads proclaman que el sendero hacia la liberación del yo, de la ilusión y la miseria, es el filo de la navaja, siendo difícil mantener el equilibrio. Se la llama la “escalera peligrosa de la vida” en Luz en el Sendero. Se requiere recorrer el sendero con consciencia, sin auto-preocupación y sin formas sutiles de auto-centrismo.
            Evitar este peligro implica ser impersonal, no asociar el “yo” a todo lo que hacemos. El natural sentir placer cuando nos encontramos con un amigo o vemos algo bello. Toda la vida es tan maravillosa que podríamos ser felices todo el tiempo si pudiésemos sacarnos la ilusión de pensar constantemente “este placer es mío, soy esto o aquello, etc. El placer es placer. ¿Por qué tenemos que decir que es mi placer? Su placer no es diferente del placer de otras personas. Su felicidad (si es real) es como la felicidad real de cualquier otra persona. Entonces no seamos esclavos del hábito de pensar en términos de “yo” y “mío”, porque cada vez que lo hacemos estamos endureciendo el auto-centrismo en nosotros mismos.
            En segundo término, Luz en el Sendero aconseja: “Observa honestamente toda la vida que te rodea. Aprende a ver inteligentemente en le corazón del hombre”. Para descubrir como se comporta el yo es mejor, no solo observarnos a nosotros mismos, sino también  como trabaja en las otras personas. Mientras viajamos en ómnibus o en tren podemos observar como se comporta la gente, como el yo se proyecta a si mismo, trata de ocupar el mejor asiento, todo a costa de su propia conveniencia y placer. Podemos aprender mucho acerca de la naturaleza humana observando aún el modo de comportarse de los animales. Todo lo que nos rodea, llámense animales, personas, niños, como crecen y se convierten en adultos, también la belleza, la vastedad, la creatividad de la Naturaleza y nuestras propias respuestas. De este modo descubrimos mas y mas acerca de nosotros mismos sin volvernos auto-centrados.
            Se dice que la inteligencia es imparcial. Por lo tanto debemos observar objetivamente, impersonalmente, sin juzgar y sin concluir para escapar del peligro de continuar preocupados en nosotros mismos.